lunes, 29 de diciembre de 2014

Cuestión de anuarios.

Quedan pocos días para que 2014 se esfume... no sé si por suerte o por desgracia. Este año ha sido malo, la verdad. Han ocurrido grandes cosas a lo largo de los 6-7 primeros meses, pero después... la nada.
Para ser justos, incluso en ese periodo inicial, bastante más agradable, mi estado anímico y vital ha rozado la tristeza... ha cabalgado sobre ella incluso. Unas prácticas que me agobiaron, un viaje de Fin de Carrera completamente desaprovechado, una graduación agridulce... Relaciones que no supe disfrutar, amistades que no me llenaron y no pude aguantar, y tantas otras cosas. El consuelo era, sin duda, que había intensidad. Las situaciones y las personas se sucedían, y con ellas las emociones y los bajones.

Pero entonces, llegó julio. Mi feliz idea de volver a casa al menos por un año para reconectar con la familia, los amigos y los lugares de siempre... se convirtió en el perfecto camino para mi desánimo.
¿Familia? Sí... lo justo de vivir en casa. ¿Amigos? Sí, verlos menos que cuando vivía a 300 kilómetros. ¿Lugares? Sí... volver a desarrollar viejos miedos asociados a ellos.
Conclusión: EPIC FAIL.

Vale, lo sé... Mi tendencia durante los últimos meses iba dirigida a un bajón anímico casi irrevocable Pero cuán diferente habría sido todo en un lugar en el que podía salir a divertirme o enfrentarme a mis miedos de otra forma.
Suposiciones, la cuestión es que estoy aquí: con más miedos, más tristeza y más inseguridad. Con menos compañía, menos ganas de tirar pa´lante y menos energía para levantarme por las mañanas.