viernes, 27 de noviembre de 2015

Cuestión de amistad.

Hace unos años, conocí a una de las personas más importantes de mi vida. A lo largo de este tiempo, hemos vivido miles de cosas juntos, pese a la cercana lejanía. Hemos pasado de ser una chavala y un chaval a comportarnos (casi) como una mujer y un hombre. Hemos compartido lo bueno, lo malo y lo peor.

Desde hace unos años, esa persona ha sido para mí como una hermana. Y dentro de unos años, pase lo que pase y estemos donde estamos, lo seguirá siendo.

Muchas gracias por tu amistad y por ayudarme a crecer, y muchas felicidades Lucía.

Te quiero.

miércoles, 1 de abril de 2015

Cuestión de dolor.

Cuando sufres un accidente y despiertas tumbado en una cama, el mundo cae sobre ti: en todo su peso, en toda su grandeza. La realidad te atrapa y te golpea, te muerde como un perro salvaje que no ve más allá de tu carne blanda.

Poco a poco, el tiempo pasa. Tus ojos se acostumbran a volver a ver; tu cabeza, a volver a pensar; tu ser, a volver a vivir. Y empiezas a vivir, aún a sabiendas de que eso no es vida. Estás sedado, y el mundo deja de ser una maza para convertirse en una sucesión de diapositivas. Eres como si no fueras. Tu cuerpo sangra, tus heridas supuran, tu salud flojea, tú sufres. Pero sufres a lo lejos, sin comprender, sin querer saber. “Estoy enfermo”, te dices, y llegas a sentirte cómodo en ese estado.

Más poco a poco, empiezas a curarte. Algunos días pareces estar bien, y otros vuelves a decaer, pero aún vives en ese mundo ajeno, en el que sabes que tienes dolor, pero en el que no llegas a sentirlo. Va desapareciendo la sedación, y te haces cada vez más consciente de lo que te sucede, y de cómo te sucede. Llega un momento en el que has de enfrentarte de nuevo al mundo: tus heridas siguen abiertas y, aunque se estén curando, empiezas a sentir realmente el dolor. Estás incómodo, te sientes mal. Más que hace una semana, más que hace un mes. Tu cuerpo está más sano, pero tu incomodidad es mayor.


Cuando empiezas a rehabilitarte, cada paso supone más dolor. Cada momento conlleva nuevos riesgos. Te sientes tan cansado al comenzar como el terminar, y en ocasiones te sientes tan cegado que no puedes ver el resultado. Tus heridas se están cerrando, pero te invade la rabia.

"Yo no merezco estar así", dices.
"Yo no quiero estar así", piensas.

martes, 10 de febrero de 2015

Cuestión de vivir.

"En este amanecer de sábado, llega el principio de otro tiempo. Por fin acabaré con esto que me oprime el pecho. Ahora sí, seré capaz de plantar cara a mi enemigo límite, aunque lo haga de la forma más cobarde menos correcta. Mi enemigo es ha sido el miedo: de no ser buen hijo, buen amigo, bueno conmigo mismo. El miedo a ser feliz. El miedo a no hacerme infeliz.


Hoy, se ha demostrado mi fracaso. El fracaso de un modo de vida. No creo que despierte. Si lo hago, espero prometo que todo sea será diferente. Si no, espero que lo que resta, el tiempo y la felicidad que quedan, caigan como la lluvia sobre aquellos que más lo necesiten.

Vivir es actitud".

Cosas que no hice hacer en la vida

  • Amarme a mí mismo.
  • Vencer el eogoísmo. Ser mi prioridad.
  • Valorar lo que tengo.
  • Dar salida a ver mi luz.
  • Ver crecer a mi hermana.
  • Ayudar ver a mis amigos a ser felices.
  • Ser buen hijo, buen hermano y buen amigo.
  • Aceptarme mis limitaciones.
  • Ser consciente de mi valor.
  • Vivir.

viernes, 6 de febrero de 2015

Cuestión de caminar.

PRIMERA PARTE


Los tres últimos meses han sido sencillamente complejos. Ni buenos, ni malos, sólo sencillamente complejos. No ha sucedido nada grande o realmente especial, pues han sido más bien una caminata a lo largo de un sendero. ¿Qué tipo de sendero? Mmm, no estoy seguro. Quizá es el camino el que ha ido haciéndose más blando, más cómodo... o quizá sean las plantas de mis pies las que se han endurecido. Eso no puedo saberlo. No ahora, al menos.

Sea como fuere, (la sensación que producía) el camino era inicialmente la de algo pedregoso, frío por momentos y ardiente en ocasiones; difícil, casi imposible. Arrastrar los pies, que no caminar, era duro, o eso es lo que creo recordar. Es curioso como la mente se esfuerza en ocultar algunas memorias dolorosas mientras nos muestra otras sin el más mínimo pudor. Tampoco creo que sea interesante repetir los pensamientos y angustias de un muchacho en el momento inmediatamente posterior a que se perdiera en sí mismo como nunca antes.

Fuere como sea, pasó el tiempo. Las piedras del camino se iban limando conforme los pies dejaban de sangrar... y su arrastrar se convirtió, poco a poco, en pasos. No en pasos firmes, pero sí en pasos. Decidí emplear mi tiempo en algunas cosas que pudieran resultarme útiles, aunque cada decisión requería tanta meditación... para que, al final, la mayoría de ellas quedaran en la cuneta. El hecho de rozar el borde prohibido de la desmotivación me hizo seguir intentando hacer pequeñas cosas, quizá minúsculas, pero dicen que algo es algo.

De unas semanas a esta parte, ciertas ideas han empezado a ordenarse, por fin, en mi mente. No son extremedamente claras... No transmiten toda la seguridad que necesito... No son ideas puras de amor. Más bien, son confusas, enmarañadas y cambiantes. Pero son ideas, ideas nuevas. Realmente, me recuerdan a la lluvia turbia que cae cuando el cielo está hundido en el barro. Al agua que precede a esas gotas claras, frescas y nuevas que alimentan nuestro entorno.

Pese al trabajo, no podría asegurar que nada estuviera mejor ahora, en esta parte algo más suave y verde del camino, que en la etapa en la que andaba sobre las rocas afiladas con los pies blandos y agrietados. Pero, poco a poco, algunas pequeñas cosas van cambiando. Hace un par de meses, parecía imposible... ahora, sólo dificil.

Continuará.