lunes, 11 de julio de 2016

My last songs.

Puede decirse que la mía ha sido una vida contrarreloj. Una carrera en la que había un enemigo que iba dando más miedo conforme lo iba conociendo. Pero, como es lógico, incluso una carrera tan larga como ésta tiene que llegar a su fin en algún momento.

No recuerdo muchas etapas realmente felices a lo largo de los últimos -y primeros- 25 años. Algún verano de la infancia, otro de la juventud, unas Navidades por aquí y otras por allá, o un par de meses repartidos a lo largo de estas dos décadas. Pero poco más. El resto han sido sucesiones de batallas contra la vida, contra las personas y contra mi mismo.

Hace no mucho encontré mi diario de hace ¿7 años?, y me sorprendió, aunque no demasiado, ver que mis patrones mentales y vitales no han cambiado demasiado en este tiempo. Han madurado, sí, pero no han cambiado. Podría trasladarme a aquellos años y regañar a mi yo cuasi-post-adolescente por reaccionar de determinadas maneras a ciertas situaciones. Pero imagino que el podría hacer lo mismo conmigo mismo, hoy en día.

Lo cierto es que ambos tendríamos razón. Yo por echarle en cara que no se esforzase en llenar un nuevo vaso cuando el que existía se rompía. Él por no haber sido capaz de capitalizar todo lo que hemos aprendido desde entonces. Pero, aún así, sé que hoy llevo razón. E incluso si un posible "yo" de dentro de otros 7 años quisiera echarme la bronca, sería yo el que estaría aún en lo cierto.

Llevo muchos años esforzándome. Por afrontar lo que para cualquier otro puede parecer cotidiano. Por evitar que mis situaciones personales afectaran al plano educativo, o al laboral. Sí, la verdad es que llevo muchos años dando pasos al vacío por intentar hacer que mi vida prospere. Pero creo que todo ésto se queda corto en comparación a lo que hecho el último año. Se queda corto en comparación a venirme a una ciudad que abusa de todo aquello que me asusta. Se queda corto en comparación a arriesgarme y esforzarme por conocer a nuevas personas cuando las relaciones han sido mi gran problema a lo largo del tiempo. Se queda corto en comparación a dar pasos hacia el autoestima, hacia cuidar mi cuerpo y mi mente, e incluso hacia abrirme a tener relaciones sentimentales o sexuales... Y, ante todo, se queda corto en comparación a mi esfuerzo. En mi esfuerzo por crecer y prosperar dentro de mis posibilidades.

Pero, ¿ha servido de algo? ¿he dejado de sentirme sólo? ¿he prosperado? ¿ha mejorado mi salud?
Sí, es cierto, he conocido personas magníficas. Pero mis sentimientos de soledad irremediable no se han corregido. Sí, he conseguido que en cada departamento por el que he pasado en el trabajo estén contentos conmigo, pero eso no evita que en tres semanas me vaya a la calle. Sí, me he cuidado más que nunca, pero mi salud presenta algo nuevo cada semana. Sí, me ha arriesgado a dar pasos como plantarme en un concierto y... quizá sea mi última canción.

Sí, he luchado. Me he esforzado más que nunca. Y este es el resultado: lo mismo de siempre. El maldito y puto sentimiento de siempre. La idea de siempre. La canción de siempre. Mi última canción de siempre.

¿Justicia? ¿destino? ¿vida-generada-por-mis-propias-ideas-negativas? No sé. Tampoco quiero pensar más. Simplemente quiero dejar que el tiempo pase. Sólo quiero escuchar esa última canción.